Por la Dra. Gabriela Lemus, Directora Ejecutiva de Maryland Latinos Unidos

Los eventos de 2020-2021 exacerbaron e hicieron más dramáticos los desafíos en materia de políticas públicas con los que Maryland continúa lidiando en 2022. Como habitantes del estado, enfrentamos simultáneamente crisis importantes como la pandemia y eventos climáticos inesperados que han afectado de forma desproporcionada a las comunidades pobres y desatendidas.

Antes del COVID-19, la comunidad latina experimentó un crecimiento sin precedentes entre 2010 y 2020 y debemos aprender a gestionar y encauzar el sentido de ese rápido crecimiento. Para los latinos más vulnerables, la dirección es bastante clara: asegurar trabajos bien pagados, viviendas asequibles, atención médica de calidad y acceso a una alimentación nutritiva.

Hemos enfrentado eventos que cambiaron nuestra vida en los últimos dos años. La pandemia desencadenó una recesión que los analistas esperaban como repercusión del confinamiento temporal. Lo que menos se esperaba es que esos eventos agudizaran aún más la lucha por la justicia social, la equidad, la erradicación del racismo sistémico y sus continuos y trágicos costos, y abriera una puerta para el cambio.

Con la aprobación del Plan Para el Futuro de Maryland, los líderes del estado prometieron abordar los desafíos que enfrentan los jóvenes estudiantes latinos en el sistema de escuelas públicas. Sabemos que el sistema aún no ha cumplido su promesa para esa población. La Junta de Rendición de Cuentas e Implementación (Accountability and Implementation Board) ha sido un desafío.

En los sistemas escolares de todo el estado existe un grave riesgo de que los estudiantes vulnerables se queden atrás de forma permanente en medio del caos y la imprevisibilidad de su experiencia escolar, lo que puede convertirse en una barrera considerable para el éxito en sus carreras a medida que crecen, especialmente para los estudiantes que aprenden el inglés como nuevo idioma.

A la vez, un número significativo de latinos y latinas con poca educación, pero que poseen el deseo de triunfar, no encuentra trabajo bien remunerado. Esto quizás se debe a que su inglés es deficiente, su documentación laboral puede estar incompleta o sus habilidades son limitadas, incluso en un entorno como el actual. Los trabajos que pagan un salario digno, lo que significa que les permite a las familias acceder a vivienda, atención médica y alimentación adecuada, son menos frecuentes para los trabajadores latinos que no hablan ni entienden bien el inglés.

Según el Instituto de Política Económica (EPI), los trabajadores afroamericanos tenían un 65% más de probabilidades que los trabajadores blancos de estar desempleados en el tercer trimestre de 2021, mientras que los trabajadores hispanos tenían un 52% más de probabilidades. Es importante que nos preguntemos: ¿Qué están haciendo los empleadores para retener y atraer trabajadores? ¿Están reclutando por igual en todos los grupos? ¿Qué pueden hacer el estado y el sector sin fines de lucro para ayudar?

La crisis de la pandemia no se reduce a lo que está pasando hoy. Probablemente pasarán años antes de que apreciemos completamente el impacto de la pandemia en nuestra salud mental, pero ya es más que evidente en las salas de emergencia de los hospitales, en las clínicas de salud mental, en los consultorios de los médicos de familia, pediatras y psiquiatras, e incluso en las clínicas de rehabilitación y trastornos alimentarios.

Desafortunadamente, una pandemia no hace que los otros problemas desaparezcan. A pesar de las consecuencias económicas de los cierres y la amenaza constante de nuevas variantes del virus, no ha habido una reducción significativa y duradera en las emisiones globales de gases de efecto invernadero y otros contaminantes.

Puede parecer que esto no se correlaciona con la salud de los latinos de manera diferente a la de la población en general, pero se cree que la exposición a per- y polyfluoroalkyl (PFAS), sustancias químicas utilizadas para el teflón y una clase frecuente de contaminantes persistentes, aumenta el riesgo de diabetes tipo 2 y la obesidad en la juventud, especialmente en las jóvenes latinas que ya están predispuestas debido a una variedad de factores socio-determinantes de la salud y la genética.

La salud pública, el acceso a los sistemas de cuidado, la sostenibilidad y eficiencia ambiental, los empleos y los apoyos de ingresos para sustentar a todas las familias, la alimentación y nutrición básicas, y la vivienda, han alcanzado etapas de crisis en todo el estado. Al mismo tiempo, las necesidades de los niños se han elevado.

En Maryland, los desafíos para la población latina se ven exacerbados por la falta de representación en puestos importantes donde se toman decisiones. Gracias a esta realidad existen lagunas en los datos, y falta comprensión sobre cómo abordar las necesidades de la comunidad.

La investigación y el análisis, intencionales y continuos, son vitales para poder decidir en qué desafíos debemos comenzar a trabajar primero. También debemos construir la infraestructura necesaria para darle servicio a esta población en crecimiento. Las comunidades necesitan negocios. Escuelas. Parques públicos. Viviendas asequibles. La gente necesita un seguro de salud. Buenos doctores. Profesores que las comprendan.

Tenemos que decidir colectivamente cómo lucen esas soluciones. Y cuando se presente una oportunidad, debemos asegurarnos de que estamos en la mesa ayudando a tomar decisiones sobre nuestro propio destino.

Todo esto forma parte de las prioridades de Maryland Latinos Unidos (MLU) para 2022: asegurar que los fondos se dirijan a la comunidad latina, que se realicen estudios exhaustivos sobre nuestra comunidad en el estado, y que los gobiernos estatales y del condado contraten a latinos e hispano-hablantes para apoyar a este sector de la población en rápida expansión.

En el futuro, las políticas públicas deben abordar las crisis que enfrenta nuestra comunidad en estas y otras áreas, que han estado descuidadas durante mucho tiempo, si queremos promover los objetivos de diversidad, equidad e inclusión, para que todos los habitantes de Maryland puedan participar en una economía próspera.